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Noches previas a una fiesta sin motivo

Después de evaluar la normalidad y lo extraño, lo común y lo "raro, lo que pasa desapercibido y lo que produce burla, hoy me pregunto: cuál es el precio que hay que pagar por ser de un lado o del otro? Lo paradójico es que las respuestas aplican para ambos lados sin distinción de género o raza, así como aplica la agresión o tener algún bolsillo sin una moneda o un peso. Y así como el Ying Yang, como el sol o la luna, como el día o la noche hay un polo en el que se quisiera estar pero por leyes de la vida, hay que estar en el opuesto ... ahora es una noche como esa, en donde no quiero ser un sinónimo de la oscuridad y el dolor, quiero convertirme en un antónimo, volver a plasmar una sonrisa, esperar que de unos labios surjan cuatro palabras o tal vez el susurro de dos y que provoquen un efecto como el creado por el Big Bang, en donde el espejismo creado por la corta edad e inmadurez neuronal, no mostrara tan súbitamente el resultado de la ficción, de la imaginación. Es justo ahora el instante de que mis tímpanos vibren, es justo que tres minutos  del interminable tiempo activen todas mis células mientras la adrenalina las recorre, sin necesidad de estar ante un puente sujetada a dos o tres arneses  a punto de lanzarme al vacío, es hora de decir que si, aunque la fracción de mundo que "conozco" diga que no. 

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Algo más que dos sílabas repetidas

En un abrir de ojos, entendí el significado de la palabra vida y en un cerrar de los mismos, me percaté que  así  como un día llegó, mañana tal vez no está. Y entonces el miedo me invadió y esa  premonición  de que algo malo ocurriría se hizo realidad. Recordé en un instante cada escena de mi vida a tu lado, recordé tu cabeza exhibiendo el cuero cabelludo, porque Dios te había dado el milagro de la vida, convertido en una niña; recordé como fuiste mi Superman! quien me arrullaba en sus brazos mientras Morfeo se apoderaba de mi, me ví en un espejo y apareció tu reflejo, amé en ese instante el ancho de mi espalda del cual siempre tuve queja, sonreí y la mueca generada era exacta a la que hacen tus labios cuando  sonríen.   Reviví en dos minutos peleas y abrazos, sonrisas y lagrimas, tristezas y alegrías, pero no me gustó ... porque justo esos momentos donde quise gritar de felicidad y dar el mejor regalo de la vida, solo me  encontré  con una nueva ...

Huellas sin medida, huellas perdidas ...

Mañanas lluviosas, tardes soleadas y noches estrelladas; suelas desgastadas y miles de panes franceses, aveces calientes, aveces tirantes; letras, libros, dibujos; conciertos, teatro y fotos; pulgosos paseando de arriba a abajo, parques con esquinas aromatizadas con un penetrante olor a orina, aunque también, con incontables metros llenos de "bichitos" y arboles dispuestos a acoger su dorso; gente caminando, o tal vez, corriendo, la  mayoría  siempre conversando y por obligación: sonriendo.... ah! y aquellos corredores llenos de historia, de palomas y porque no, de sus huellas... Sueña día a día con volver a esto, a que su inherencia de silenciosa observadora, se estanque felizmente en algún rincón capitalino, mientras el mundo gira en medio de tanta perturbación y ajetreo...

Y ahora?

Y  vió  en su mirada los rastros del rencor, de un fastidio sin una justificación. De un  vacío  que se creó y que tal vez nunca llenó. Quizá, solo esperó que alguna vez de sus labios, de sus carnosos labios brotaran simples palabras de esas que se deletrean  fácilmente  en una telenovela, de esas que los niños dicen a sus padres o a su perro, pero que entre dos adultos es totalmente diferente el significado. Ahora para ese ser, cobraban vida cada una de las silabas de las famosas canciones dedicadas a la decepción de cupido, sus flecha y su confusa emoción. Ahora, la carrera detrás de las estrellas se  había  detenido igual que el tiempo en su memoria, porque en su vida  corría  a la velocidad de una tortuga mientras que la Luna, que  había  sido todo el tiempo su tesoro se alejaba, se ocultaba e invitada al Dios Ra a ser participe del mundo.