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Tenebrosidad orgánica

Como un cadáver cuando revive en medio del frío de la noche, que sabe que tiene sus órganos intactos pero no le sirven para nada, que sabe que aunque su piel este frígida, entiende que extraña el sentido del tacto de otro humano, que cada huella dibujada en cada centímetro de piel y que alguna vez la erizó, la inquieto, la excitó ahora solo es un leve recuerdo de las pocas neuronas que devoran los gusanos. Extrañaba el calor de los labios que miles de noches (como aquella en la que sus ojos no depuraban lagrimas) rozó cada grieta de los suyos, cada linea que creaba la carnosidad de una boca perfecta, incluso recordó y se afligió al revivir el momento en el que uno de los sentidos más puros, el de la vista, la había engañado. Ese par de negros luceros que una vez iluminaron los suyos, ahora se habían convertido en los ojos del mal, en los ojos de un bárbaro que disfrutaba cada desacierto y  que ahora, aún estando viva la dejaba con la sensación de estar mas que muerta.

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Algo más que dos sílabas repetidas

En un abrir de ojos, entendí el significado de la palabra vida y en un cerrar de los mismos, me percaté que  así  como un día llegó, mañana tal vez no está. Y entonces el miedo me invadió y esa  premonición  de que algo malo ocurriría se hizo realidad. Recordé en un instante cada escena de mi vida a tu lado, recordé tu cabeza exhibiendo el cuero cabelludo, porque Dios te había dado el milagro de la vida, convertido en una niña; recordé como fuiste mi Superman! quien me arrullaba en sus brazos mientras Morfeo se apoderaba de mi, me ví en un espejo y apareció tu reflejo, amé en ese instante el ancho de mi espalda del cual siempre tuve queja, sonreí y la mueca generada era exacta a la que hacen tus labios cuando  sonríen.   Reviví en dos minutos peleas y abrazos, sonrisas y lagrimas, tristezas y alegrías, pero no me gustó ... porque justo esos momentos donde quise gritar de felicidad y dar el mejor regalo de la vida, solo me  encontré  con una nueva ...

Huellas sin medida, huellas perdidas ...

Mañanas lluviosas, tardes soleadas y noches estrelladas; suelas desgastadas y miles de panes franceses, aveces calientes, aveces tirantes; letras, libros, dibujos; conciertos, teatro y fotos; pulgosos paseando de arriba a abajo, parques con esquinas aromatizadas con un penetrante olor a orina, aunque también, con incontables metros llenos de "bichitos" y arboles dispuestos a acoger su dorso; gente caminando, o tal vez, corriendo, la  mayoría  siempre conversando y por obligación: sonriendo.... ah! y aquellos corredores llenos de historia, de palomas y porque no, de sus huellas... Sueña día a día con volver a esto, a que su inherencia de silenciosa observadora, se estanque felizmente en algún rincón capitalino, mientras el mundo gira en medio de tanta perturbación y ajetreo...

Y ahora?

Y  vió  en su mirada los rastros del rencor, de un fastidio sin una justificación. De un  vacío  que se creó y que tal vez nunca llenó. Quizá, solo esperó que alguna vez de sus labios, de sus carnosos labios brotaran simples palabras de esas que se deletrean  fácilmente  en una telenovela, de esas que los niños dicen a sus padres o a su perro, pero que entre dos adultos es totalmente diferente el significado. Ahora para ese ser, cobraban vida cada una de las silabas de las famosas canciones dedicadas a la decepción de cupido, sus flecha y su confusa emoción. Ahora, la carrera detrás de las estrellas se  había  detenido igual que el tiempo en su memoria, porque en su vida  corría  a la velocidad de una tortuga mientras que la Luna, que  había  sido todo el tiempo su tesoro se alejaba, se ocultaba e invitada al Dios Ra a ser participe del mundo.